martes, 25 de diciembre de 2012

El aburrimiento titulado





Perdido en la exageración misma ¿Qué hacer con los fines? En definitiva, pareciera no haber importado mucho en ningún momento, pero ahora.. ahora... 
Antes. Un azar aborta el limón que no fue. Corta el aire que tiene a su paso y divide el universo en dos. El tiempo parece detenerse y gravitar la materia en torno al espectáculo suicida. Antes, en el jardín, se podían observar flores de todo aroma y sabor. Antes, en el jardín trasero a modo de recoveco mental, se podía encontrar una calma infinita fingiendo imposibles. El tiempo de las pesadillas era uno con las dificultades motoras. La presión, la angustia y los miedos se afrontaban mediante una pizca de imaginación. Laberintos de insectos y hojas secas que hacían arrumacos con ventarrones desconocidos. Hubo una época en la que las ratas nos comían vivos.. Y ahora... ¿Ahora?
Ahora el método cambio, pero la exageración sigue en pie. La base consiste en desconocerse al punto de entenderse cual animal y revolcarse sin culpas por quién sabe dónde. Así, noches de tormenta bajo un sillón maltrecho no tienen mucho sentido. Por el contrario, si se mira al centro, puede lloviznar en donde se piense. 


El problema radica en no poder matizar el límite entre lo bukowskiano y lo burdo por lo burdo mismo. Autoflagelación mediante, agarro a Pizarnik y no la entiendo. Tristemente no me frustro tanto como debería. Pero me enojo, y eso está claro. No sé ustedes, pacientísimos y malaventurados lectores, pero cuando me enojo pienso con menos claridad que de costumbre (si, menos aún). Entonces, pasa lo siguiente: ¿Otra vez pitu? 

La cosa se esboza tergiversadamente: una mancha de sangre en la zapatilla de lona negra, dos diarios innecesarios dando vueltas durante semana y media, cuatro a medio entender y ganas de ir por más. Verduras pudriéndose en los cimientos de la disfuncionalidad misma, cinco minutos de retraso para irse a dormir. Viscosidad onírica y frigidez emocional en su máxima potencia. Egoísmo justificado y digno de ser. De fondo: el sonido de los ventiladores que no pueden ni con su propia existencia. Repiquetea un caño enlonado en la ventana que debería iluminar nuestro día. Uñas que se clavan en la piel y desgarran a paso lento todo lo que encuentran en su marcha. Uñas podridas. Uñas negras que corroen la carne avejentada y cansada de sí. Tiempo destemplado y con dilemas existenciales. ¿Qué es la estepa? ¿Por ahí caminaban descalzos? La carne supura y se define en explosiones de sincericidio. Ya no hay piel, podemos mentir tranquilos. No tenemos el disfraz de siempre y no nos queda más alejarnos del aire, del mundo, de nosotros.   El sudor acaramela lo poco que queda para hacernos más apetecibles. El sol no sale, la lluvia no quiere arremeter. Queda la luna turbia, la idea de la luna turbia, y todos esos idiotas enamorados que le andan cantando a la noséqué ni quémeimporta. 

Sigo siendo la de siempre, joder que no cambié.

¿Cómo puedo tolerar no tolerarme y no hacer nada al respecto? Al fin de cuentas, no soy tan poco paciente.. Las uñas se desenfocan y destrozan entre sí, no queda más que comer, no queda más que destruir, ¿de qué nos alimentaremos hasta llegar a fin de mes? De aire, de sol, de amor y todas esas mierdas que parecen reales y se pueden 'ver y tocar', pero nunca las podes agarrar y, sin embargo..
sin embargo.. una vez que las tocás te calcinan por dentro y fuera. Te sacuden hasta no poder más y aún así no lo llaman tortura.
¿De qué me hablan cuando dicen 'amor' o 'felicidad'? Siento que es un chiste del que no estoy al tanto. Una moda pasajera que llegó para quedarse. ¿Por qué no pensamos, mejor, en otra cosa? Como si se pudiese amar uno mismo a consciencia..
Y, ya que estamos en una suerte de tragedia gramatical, donde las pobres palabras sufren por la forma en la que enredo y desconceptualizo las ideas, donde los ojos del lector sangran de desentendimiento y desasimiento, y donde voy perdiendo, cada vez con mayor eficacia, el hilo de mis segundos, podría afirmar, descaradamente, que la fidelidad es una puta misógina y, como tal, no puedo entenderme del todo con ella más que en un sin fin de afirmaciones de cabeza que, por dentro, no son más que una necesidad de silencio y soledad. 

Creo que hablé por demás, me deshonré por demás, como si eso significara algo..  Es parte de la exageración, supongo. Y las entrañas revueltas y mezcladas con los cadáveres de animales  en descomposición que incitan a la calma. La represalia no ha terminado, pero parece haber pasado ya lo peor. Confío en que nadie me lea, pero, en tal caso, ¿para qué escribo? Creo que un poco por costumbre y otro poco esperando que no cualquiera lo haga. 

Mis celos, además de ser hipócritas, son reales. Al tener la mente chata, todo lo que pienso tiene su base real, no puedo imaginar ni inventar nada tan terrible del comportamiento humano (?)

Definamos mentir y estaremos a salvo de nosotros mismos. Mintamos mientras lo definimos, y, quizá, me enamore un poco más de vos en la medida enfermiza en que lo hago. Lo siento si no es lo que esperabas del otro ser humano, pero es como sé hacerlo, como puedo y lo mejor que me sale. Creo que ya me estoy yendo al carajo. ¿Por qué cambiar el subjetivema? Mi idiotez idealizada no posee límites cognoscibles. 

Lo digo ahora  para sentar precedente: No fue mi intención lastimarte o hacerte sentir mal. Pero eso no vale nada...  Te quiero por las imposibilidades, y porque sos vos el imposible. Te quiero porque sos vos.

Olvidemos la carne infectada por unos días, necesito recuperarme del choque. 




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