jueves, 21 de junio de 2012

Quién sos y te crees ser

Cada tanto se complica saber empezar. Ese dificultoso comienzo tiene el ancla en cambios, cambios que uno no puede objetivar. O te sentís el mismo de siempre o sentís que algo cambió, todo se reduce al mínimo. Siento todo estático en la revolución social misma, siento como todo sigue su rumbo y se estanca en ciclos maniáticos que nos llevan a lo mismo.
Estar o no estar, siempre con lo más básico. Decidir, ¿Por qué? A veces es preferible decidir no hacerlo. Somos magos impotentes en un cuento de hadas ya escrito. Somos absolutamente nada. O, peor aun, una nada que se cree mucho y nunca llega a un buen punto. Todos morimos, diariamente. 
Y se renuevan las preguntas de siempre, con distintas personas que me dan el mismo asco. Si, hete aquí mi misantropía en su máxima expresión. Pero este sentimiento/actitud es un tanto selectivo. Últimamente me siento una porquería, estoy eligiendo a quién querer y a quién alejar de mi vida. Soy juez y verdugo de mis relaciones sociales. Así me alejé de todos, así todos se alejaron de mi también. 


¿Soy lesbiana? ¿Soy una zurdita de mierda? ¿Soy una mantenida? 
¿Soy mediocre? ¿Estoy depresiva? 

Les respondo a todos con la misma repulsa:

¿Qué carajo te importa?


Si puedo relacionarme con un grupete de humanos que no me preguntan eso, a los cuales no les hago preguntas (más que un '¿Cómo estás?')... ¿Por qué buscas rótulos para señalarme?

Si, soy un 70% lesbiana;
Si, tengo ideales estúpidamente utópicos y pseudo-anarquistas;
Si, mis viejos me pagan la comida;
Si, nunca tuve una idea brillante;
Si, ando triste gran parte del tiempo.. pero tiene que ver con las frustraciones que gente de mierda me generó.

Si, soy tu prejuicio potenciado y encarnado en un solo cuerpo, como muchas otras personas. Pero soy un poco más que eso. Si estos tópicos te alejan de mi, no te voy a detener. 

Es el comienzo, el comienzo de algo bueno. Un cambio doloroso, una cicatriz más para colgar en mi pared. Lamentablemente, tengo que seguir las etapas de un ciclo que no desconozco (doble negación ;) para molestarte a VOS). Me purgo depresivamente para estar, mañana, un poco mejor.




miércoles, 20 de junio de 2012

Te miro (?)


Mejor dicho, observo. 

No puedo traducir en palabras el universo paralelo en el que correteás D:

Ana en el patíbulo (Parte I)

Martes. Agosto. El viento entra por la ventana y endurece el afecto físico. Ana está reclinada  en el alféizar, contemplando la colección de su biblioteca. Su mirada connota desesperanza y una pizca de aburrimiento; pareciera buscar en aquellos dorsos los destinos que embarcaron en su habitación. 'Es un buen momento', pensó. No tenía muy en claro para qué.
Dentro de los ciclos lunáticos se hallaba la respuesta. Siempre se vuelve al mismo lugar, pero en diferente forma, este juego viejo ya la había hastiado. Matematizó su vida en función de lo perdido y lo adquirido; así generó una dialéctica (siempre siguiendo la lógica lunática cíclica) utilizando aristas particulares para cada análisis. Primero lo simple, lo material. Luego, las relaciones que nacieron y quebraron su equilibrio. Por último, sus emociones. Éstas eran las más complejas, ya que tenían su propio circuito dentro de cada estadio. Nada tenía sentido y todo volvería siempre a comenzar, con nueva forma pero igual esencia. 
Enajenada casi por completo, Ana logra atisbar el teléfono que parecía agitarse de tanto sonar. ¿Quién era? ¿Importaba realmente? No. Empuñó lo necesario y partió hacia el mundo desconocido, a caminar para confirmar su teoría. El teléfono seguía sonando, pero ahora sólo importunaba a su conciencia. ¿Qué pasó en aquel 'paseo'?  Es imposible saberlo, se encerró tan en sí misma que parecía ser un muerto que acaba de despertar deambulando por el cementerio. 
Al llegar a su casa retornó a su estado físico anterior. Inmóvil, tensa, catatónica. Realmente en su biblioteca había quién quería hablarle, pero no entendía muy bien cómo comunicarse. El agudo sonido del timbre interrumpe la función. Baja por las escaleras. Atraviesa, nuevamente, abismo que separa su mundo del exterior. Abre la puerta. Gira la cabeza, mirando a quien tenía enfrente, para comprender mejor la situación. Era su mejor amiga y estaba llorando, descuartizando su alma sin encontrar una respuesta. Ana volvió a la realidad.
Atraviesa el jardín y la abraza intentando salvarle la vida. No lo logra, Nélida no paraba de morir en cada lágrima. 'Juan murió', balbuceó. Ana no pudo decir nada. Entraron a la casa y se sentaron en el living, haciendo el mayor contacto físico posible. Los abrazos llegaban a doler. 
'No entiendo', fueron las únicas palabras que pudieron ver la luz en aquella habitación. Nadie podía comprenderlo. No había ideas que transmitir ni consuelos reales, se limitaron a sollozar esperando que el tiempo se las lleve consigo. ¿Quién, más que Juan, podía entender la situación? Sin dudas, Ana podía, pero ya no  tenía interés en hacerlo. Juan nunca más volvería a verlas. Ellas nunca más podrían odiar a Juan por su no existencia.